“Rituales y creencias ancestrales de Latinoamérica"
Rituales y creencias ancestrales de Latinoamérica
“Lo que las abuelas sabían: supersticiones que eran sabiduría”
Cuando éramos chicas, muchas escuchamos frases que parecían sin sentido.
"Tocá madera”, “No barras de noche”, “Poné una escoba detrás de la puerta para que se vaya ese visitante”...
Parecían supersticiones. Pero hoy, mirando desde otro lugar, empiezo a entender que esas creencias no eran tonterías.
Eran códigos de sabiduría femenina, transmitidos en voz baja, generación tras generación.
Las mujeres de antes no tenían libros de espiritualidad ni acceso a terapeutas.
Pero sí tenían intuición, experiencia y un saber antiguo que pasaba por los gestos, por los silencios, por las costumbres.
Este post es un homenaje a ellas. A sus formas de protegernos, aunque no lo supieran.
Y también una invitación a recordar, resignificar y conservar esa magia cotidiana que no debe perderse.
Te invito a explorar con respeto y memoria los rituales como se presentaban en Latinoamérica.
Paraguay
1. Tocar madera
“Decílo y tocá madera, por las dudas…”
¿Lo escuchaste alguna vez?
Era la forma de evitar que una desgracia se concretara.
Pero en realidad, el acto de tocar madera tiene raíces muy antiguas: en muchas culturas se creía que los árboles estaban habitados por espíritus protectores.
Tocar madera era un gesto simbólico de pedir protección y mantener la buena suerte intacta.
2. No barrer de noche
“No barras de noche que barres la suerte…”
Este dicho era común en hogares humildes donde cada recurso contaba.
La noche era un momento de recogimiento, y barrer significaba “echar” lo que estaba.
Simbólicamente, barrer de noche era expulsar la prosperidad, la calma, la protección del hogar.
3. Poner un vaso de agua en un rincón
“Cuando se sentía raro el ambiente, mi abuela dejaba un vaso de agua.”
El agua es un elemento de limpieza energética.
Sin decir nada, nuestras abuelas sabían que el agua absorbe vibraciones, calma el espacio, alivia tensiones invisibles.
Hoy lo vemos como un ritual esotérico, pero antes era simplemente “una costumbre”.
4. Escoba detrás de la puerta
“Dejá la escoba detrás de la puerta para que esa visita no vuelva…”
No era agresión: era defensa simbólica.
Cuando alguien traía una energía incómoda, se colocaba una escoba detrás de la puerta para cortar el lazo, limpiar la entrada y evitar su regreso.
Un acto simple, cargado de poder ancestral.
5. No pasar debajo de una escalera
Más allá del peligro físico (que existe), esta creencia tiene raíces simbólicas.
La escalera forma un triángulo, y en muchas tradiciones el triángulo representa lo divino, la trinidad, el equilibrio espiritual.
Romper ese equilibrio pasando por debajo era considerado alterar la armonía.
6. No barrer los pies de una mujer soltera
“Si le barrés los pies, no se va a casar nunca…”
Este dicho tiene tono de advertencia, pero en el fondo hablaba del temor a que una mujer no “encaje” en los roles sociales de la época.
Hoy, más allá del casamiento, podemos resignificarlo como una alerta ancestral sobre no cortar el camino de otra mujer, no borrar su deseo, no impedirle avanzar.
7. Cubrir los espejos cuando alguien muere
En muchos velorios, aún hoy, se cubren los espejos.
Esto responde a la idea de que el alma del difunto puede quedar atrapada en el reflejo, o que un espejo puede abrir portales no deseados en momentos de tránsito espiritual.
Era una forma de respetar el pasaje y proteger a quienes se quedaban.
8. Carrulim: el trago para espantar la mala suerte
En Paraguay, cada 1º de agosto se toma carrulim, una bebida ancestral preparada con:
Caña (alcohol de caña)
Ruda (planta amarga y protectora)
Limón
De ahí su nombre: Ca-Rru-Lim.
Se dice que hay que beber siete tragos (algunos lo reducen a uno solo), para:
-Espantar las enfermedades
-Ahuyentar la mala suerte
-Proteger el alma y el cuerpo
-Renovar las energías para lo que resta del año
Aunque algunos lo hacen como una costumbre sin saber por qué, su raíz está en la medicina natural guaraní y en la espiritualidad popular.
La ruda es una planta considerada protectora, purificadora y energéticamente fuerte.
El alcohol y el limón potencian esa limpieza.
¿Qué representa?
Tomar carrulim no es solo un brindis:
Es un ritual colectivo de limpieza espiritual, un acto de fe sencillo pero poderoso.
Muchas personas lo acompañan de frases como:
“Para que no entre el mba'e vai” (para que no entren las cosas malas)
o “Pa fuera lo malo, pa dentro lo bueno”
Estas creencias, lejos de ser simples “supersticiones”, eran gestos cargados de simbolismo, de amor, de protección.
Nuestras ancestras tejieron espiritualidad con lo que tenían a mano: una escoba, un vaso, una frase, un susurro.
Hoy, en esta época de reconexión, podemos volver a mirarlas con otros ojos.
Podemos recuperar lo que quedó dormido.
Y quizás, al hacerlo, también estemos sanando algo que no sabíamos que necesitaba ser sanado.
¿Y vos?
¿Cuáles de estas creencias recordás?
¿Tenés alguna de tu familia que no esté en esta lista?
Podés dejarla en los comentarios o compartirla en redes con el hashtag: #SabiduríaDeMiLinaje
Bolivia
Lo que no se escribe, se olvida. Y lo que se olvida, muere.
La memoria ancestral vive en los gestos que repetimos sin saber por qué.
En Bolivia, esa memoria es fuerte, visible, viva.
Desde las comunidades originarias hasta las calles de las ciudades, muchas costumbres y creencias sobreviven como formas de conexión espiritual con la naturaleza, los espíritus y los ciclos de la vida.
Este post es un homenaje a esas prácticas, muchas veces subestimadas como “supersticiones”, pero que en realidad son sabiduría popular enraizada en lo sagrado.
Rituales simples, hechos con lo que se tiene a mano, pero cargados de intención, respeto y poder.
1. Hojas de coca bajo la almohada o el colchón
La hoja de coca es sagrada en la cultura andina.
Colocarla bajo la almohada es una forma de protegerse durante el sueño, pedir guía espiritual o calmar las pesadillas.
También se usaba para recibir “mensajes en sueños” o resolver preocupaciones profundas.
2. Las mesas rituales a la Pachamama
Agosto es el mes de la Pachamama, y en muchas casas bolivianas se hace una “mesa”: una ofrenda con dulces, lanas, semillas, grasa de llama, billetes simbólicos, alcohol y hojas de coca.
Todo se quema en fuego o se entierra, como gesto de agradecimiento y equilibrio con la Madre Tierra.
Es un acto colectivo de retribución energética: dar antes de pedir.
3. Soplar al bebé para evitar el “susto” o mal de ojo
Cuando alguien admira a un bebé sin tocarlo o “sin soplarlo”, se cree que puede enfermar por “el susto” o mal de ojo.
La forma de prevenirlo es soplar suavemente al bebé, o colocarle una cinta roja, una semilla o una medallita.
Es una forma de proteger la energía frágil de los recién llegados al mundo.
4. No hablar mal cerca del viento
En las zonas rurales, se cree que el viento escucha.
Hablar mal o desear daño en presencia del viento puede traer consecuencias: enfermedades, discusiones o malestar.
Esto refleja una profunda conciencia de que la naturaleza es un ser vivo, con oído, con memoria.
5. No botar sal al fuego
Tirar sal directamente al fuego puede traer discusiones, peleas familiares o mala suerte.
La sal es vista como un elemento poderoso que absorbe energías, y su contacto con el fuego puede considerarse un choque energético fuerte.
En muchas cocinas tradicionales se le tiene respeto.
6. No barrer cerca de un visitante
Cuando alguien está de visita, barrer cerca suyo puede hacer que se vaya antes de tiempo o que no quiera volver.
Es una forma sutil de “barrer la presencia” de alguien, incluso sin querer.
Por eso, nuestras abuelas esperaban a que se fueran los invitados para limpiar.
Estas creencias, más allá de si “funcionan o no”, son fragmentos de una cosmovisión más grande:
una forma de ver el mundo donde todo tiene alma, toda acción tiene peso, toda palabra tiene poder.
Hoy, quizás no todos creemos lo mismo, pero sentir respeto por esas prácticas es también cuidar la raíz de quienes somos.
No se trata de vivir en el pasado, sino de no olvidar que venimos de una historia, de una cultura que encontró en lo simbólico su medicina, su consuelo y su refugio.
¿Conocías alguna de estas creencias bolivianas?
¿Hay alguna que también se repita en tu país o en tu familia?
Dejame tu experiencia en los comentarios,
o compartila en redes con el hashtag: #SabiduríaDeMiLinaje
México
Donde hay memoria, hay fuerza. Y en México, la memoria vive en cada altar, en cada gesto, en cada palabra que se transmite como secreto sagrado.
México es tierra de símbolos.
Cada rincón guarda una forma de conexión con lo invisible, lo espiritual, lo profundo.
Las creencias de las abuelas, las curanderas, los pueblos originarios y los mestizajes culturales han dado lugar a una espiritualidad viva, poderosa, muchas veces silenciosa… pero constante.
En esta entrega, recojo algunas de esas creencias populares mexicanas que siguen presentes hasta hoy, y que, aunque muchos las llamen “supersticiones”, en realidad son formas de cuidar el alma, el cuerpo, y el equilibrio entre mundos.
1. La limpia con huevo
Este es uno de los rituales más conocidos y practicados en todo México.
Se usa un huevo de gallina para limpiar energías negativas, sustos, envidias o enfermedades emocionales.
Se pasa por todo el cuerpo y luego se rompe en un vaso con agua para “leer” lo que absorbió.
El huevo es símbolo de vida, absorción y renacimiento.
2. Pasar un ramo de hierbas (limpia con plantas)
Ruda, romero, albahaca, pirul… se atan en un ramo y se pasan por el cuerpo o los espacios.
Sirve para “desempolvar” la energía acumulada, cortar malas vibras, armonizar el ambiente.
Muchas veces, este ritual va acompañado de rezos en voz baja, cantos o palabras secretas.
3. Día de Muertos: hablar con los que ya no están
En lugar de llorar en silencio, en México se celebra el regreso de las almas con altares, ofrendas, comida, flores de cempasúchil y objetos que los difuntos amaban.
Es un ritual de memoria y amor profundo: una manera de decir “no estás muerto si te recordamos”.
La muerte, en este contexto, no es fin, sino transformación.
4. Tirar sal detrás del hombro izquierdo
Cuando se derrama sal (símbolo de energía y protección), se cree que puede atraer mala suerte.
Para contrarrestarlo, se toma un poco y se lanza detrás del hombro izquierdo, donde simbólicamente se cree que se “posan los malos espíritus”.
Este acto protege, corta la mala racha y neutraliza la carga.
5. Cubrir los espejos cuando alguien muere
Durante los velorios, los espejos se cubren con mantas o telas negras.
Se cree que los espejos pueden atrapar el alma del difunto, abrir portales o provocar que otras personas “se vayan” detrás.
Es una práctica de respeto, cuidado y protección espiritual.
6. No dormir con los pies apuntando hacia la puerta
Esta creencia está muy extendida.
Los pies mirando a la puerta representan la posición en la que se colocan los difuntos.
Dormir así se considera una invitación inconsciente a la muerte o al desarraigo del hogar.
Muchos aún giran su cama por esta razón.
7. Barrer hacia afuera para que se vaya la visita o la tristeza
Cuando alguien quiere que un visitante incómodo se retire o se quiere limpiar la tristeza de una casa, se barre desde adentro hacia afuera, hasta la puerta.
Se puede acompañar con palabras o simplemente con intención.
Es una forma silenciosa de decir “gracias, pero hasta aquí”.
La espiritualidad en México es visceral, alegre, intensa.
Tiene el poder de unir mundos: el de los vivos con los muertos, el de lo visible con lo invisible, el de lo ancestral con lo cotidiano.
Estas creencias, aunque a veces sean contadas como chistes o anécdotas, guardan un lenguaje simbólico profundo.
Son la prueba de que las mujeres, las abuelas, los pueblos originarios y los saberes populares nunca se desconectaron del alma.
Solo necesitamos volver a escuchar.
¿Y vos?
¿Reconocés alguna de estas creencias en tu entorno?
¿Te contaron alguna diferente o viviste alguna experiencia con una de ellas?
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Argentina
“Mi abuela no sabía leer, pero conocía los signos del cielo y del cuerpo. Su saber no venía de los libros, venía de la tierra.”
En Argentina, especialmente en los pueblos del interior y el norte del país, todavía se conservan muchas prácticas cargadas de simbolismo espiritual y protección energética.
Son gestos, frases, recetas y “avisos” que pasaron de boca en boca, de madre a hija, de comadre a comadre.
Hoy pueden sonar raros, incluso graciosos, pero durante generaciones fueron el único sistema de defensa emocional y espiritual que tuvieron muchas mujeres, sobre todo las que vivieron lejos de los centros urbanos o sin acceso a médicos y recursos.
Este post es un rescate. Un puente entre lo que fue y lo que aún late en nuestras casas.
1. Hacer sonar cuchillo y tenedor para espantar la tormenta
Cuando el cielo se cubría y se acercaba una tormenta fuerte, se hacía sonar el cuchillo contra el tenedor o un vidrio.
Este sonido, según las abuelas, “cortaba el trueno” o espantaba el granizo.
Era una forma de enfrentar lo incontrolable con fe, sonido y acción simbólica.
2. Poner un cuchillo debajo del colchón para cortar la fiebre
Una práctica común en el campo.
Cuando alguien tenía fiebre alta, se colocaba un cuchillo (o un metal frío) bajo el colchón o la almohada.
Se decía que el metal “cortaba” el mal. Era un acto de protección cuando no se contaba con medicina.
3. No prestar sal
Dar sal a otra persona puede “llevarse tu suerte”.
Por eso, cuando alguien la pide, se recomienda que la tome por sí misma, sin que vos la entregues directamente.
La sal, como en muchas culturas, tiene un valor simbólico profundo: absorbe, conserva, purifica… y también protege.
4. Tapar los espejos durante tormentas o muertes
Similar a México o Paraguay, en muchos hogares se tapaban los espejos en momentos de fuerte energía emocional: velorios, tormentas, discusiones familiares.
Se creía que los espejos capturan las energías, que pueden reflejar más de lo visible.
Cubrirlos era un acto de resguardo energético.
5. Curar el “empacho” con la oración del hilo y el huevo
Cuando alguien —sobre todo niñes— tenía dolor de panza, arcadas o letargo, se decía que tenía “empacho”.
Las curanderas medían el hilo desde la frente hasta la panza, hacían una oración secreta y pasaban un huevo por el cuerpo.
El huevo, al romperse en agua, revelaba si había “mal” y lo absorbía.
6. Prender una vela al santo popular o en una esquina de la casa
Aunque muchos no eran canonizados, santos como el Gauchito Gil, la Difunta Correa o Ceferino Namuncurá fueron —y son— objeto de fe y pedidos urgentes.
También era común encender velas blancas en el hogar, sin imágenes, solo con intención y oración silenciosa, para pedir protección o paz.
7. Barrer hacia la puerta cuando se va un problema
Ya sea una persona problemática, una discusión o una enfermedad, barrer desde el fondo hacia la puerta era un acto simbólico de “limpiar lo que ya no debe quedarse”.
Muchas veces se acompañaba de palabras como: “Que se vaya el mal, y venga la paz”.
Estas prácticas, tan simples y humanas, no eran solo costumbres:
Eran lenguaje simbólico, medicina emocional, y refugio espiritual para quienes no tenían más que su fe, su intuición y la sabiduría de quienes vinieron antes.
Hoy podemos elegir mirarlas con otros ojos.
No para repetirlas sin pensar, sino para reconocer lo que decían en silencio: que nuestras ancestras sabían cómo cuidar lo invisible.
¿Y vos?
¿Tenés alguna historia familiar con estos rituales?
¿Te gustaría compartir alguna creencia de tu zona o tu familia?
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Colombia
“En Colombia, la espiritualidad no se dice: se hace. Se canta, se huele, se baila, se cura con plantas, se guarda en la voz de una abuela.”
Colombia es una tierra de diversidad y contrastes.
Desde las montañas andinas hasta las costas del Caribe y los ríos del Amazonas, la sabiduría ancestral se manifiesta en rituales cotidianos, en refranes, en curas del monte, en cantos de alabanza y en prácticas de protección energética que sobreviven con fuerza.
Este post es un recorrido por esas creencias que habitan los hogares humildes, los mercados, los patios, las cocinas…
Y que, aunque muchos las tilden de “mitos”, siguen siendo puentes entre generaciones, entre lo humano y lo sagrado.
1. Curar el “mal aire”
Cuando una persona se siente decaída, triste sin causa o con dolores repentinos, se dice que “le pegó un mal aire”.
Se cree que hay lugares cargados de energía pesada (cementerios, montes, ríos bravos) que pueden “soplarte” una energía ajena.
La cura incluye pasar ramas frescas (como ruda, borraja o albahaca), rezos, sahumerios y baños con plantas.
2. El azabache para proteger a los niños
En muchas regiones, se coloca una pulsera con una piedra de azabache a los bebés recién nacidos, o una medallita con ojo turco o cruz.
Se cree que esto protege del mal de ojo, la envidia o los sustos.
El azabache absorbe energía y actúa como escudo espiritual.
3. Limpia con huevo y oración
Presente en varias culturas, en Colombia es muy común para limpiar el cuerpo de males espirituales, envidias, bloqueos emocionales o malestares inexplicables.
Se pasa el huevo rezando, con fe, y luego se rompe en un vaso con agua para leer si hay “trabajo hecho” o energía pesada.
4. Baños con plantas para atraer buena suerte o cortar males
Los baños con flores, hierbas, canela, limón, miel, azúcar, vinagre o alcohol son parte de la espiritualidad doméstica.
Cada mezcla tiene su intención: para atraer el amor, la salud, la abundancia, o para “quitarse cosas feas”.
Muchas veces, las abuelas preparaban estos baños sin explicar, solo diciendo: “Te vas a sentir mejor”.
5. Poner velas con intención en casa
No se necesitaba una iglesia: las velas se encendían en las casas para proteger, pedir, agradecer o limpiar.
A veces frente a un altar casero, otras veces frente a una imagen de la Virgen o un santo popular.
También se usa la vela para “ver si hay brujería”, observando cómo arde o cómo gotea.
6. No barrer de noche
Al igual que en otras culturas, en muchas zonas rurales de Colombia se cree que barrer de noche espanta la suerte y la fortuna.
Barrer durante la noche también puede “levantar polvo espiritual” y alterar la energía del hogar.
Por eso, muchas abuelas esperaban al amanecer para hacer la limpieza.
7. Echar agua bendita o esencias en las esquinas de la casa
Cuando el ambiente se sentía tenso o “raro”, se rociaban las esquinas con agua bendita o colonia (como la famosa Agua Florida).
Era una forma de proteger los límites del hogar y calmar la energía del lugar.
Las creencias populares colombianas son un mapa simbólico, una forma de caminar la vida con respeto, intuición y fuerza espiritual.
Las mujeres —abuelas, curanderas, sabedoras— sostuvieron durante generaciones estas prácticas, muchas veces sin explicaciones, pero siempre con fe.
Hoy, en tiempos de tanta desconexión, podemos mirar estas costumbres no como “cosas del pasado”, sino como semillas de sabiduría que todavía germinan si las cuidamos.
¿Y vos?
¿Escuchaste alguna de estas creencias en tu familia? ¿Tenés raíces en Colombia o conocés a alguien que las practique?
Compartí tu experiencia con el hashtag #SabiduríaDeMiLinaje
Tu historia también es parte de esta memoria colectiva.
Ecuador
“La abuela no sabía explicar por qué lo hacía… pero lo hacía. Y funcionaba. Ella confiaba más en las plantas que en las farmacias, más en sus sueños que en los noticieros.”
En Ecuador, la espiritualidad popular es una mezcla de herencia quichua, africana y española, que se mantiene viva gracias al cuidado de las mujeres, las parteras, las curanderas, las sabedoras del monte.
Las prácticas de sanación, protección y armonización energética no son rarezas: son parte del día a día, especialmente en las zonas rurales y entre las comunidades indígenas de la Sierra y la Amazonía.
Esta entrega es un tributo a esos rituales silenciosos que nuestras ancestras repitieron sin dudar, como quien enciende una luz en la oscuridad sin preguntarse de dónde viene la electricidad.
1. Limpia con plantas y rezos (la “soplada”)
En muchas comunidades, se hace una limpia pasando un ramo de plantas (ruda, toronjil, menta, albahaca) mientras se reza y se sopla la energía negativa hacia afuera.
La curandera sopla alcohol de caña, aguardiente o infusión de hierbas sobre el cuerpo de la persona, para despejar enfermedades espirituales, envidias, miedos o malos pensamientos.
2. El huevo para sacar el “susto”
Como en otros países andinos, el huevo de gallina se usa para curar el susto: una pérdida energética causada por experiencias traumáticas o sobresaltos.
Se pasa por el cuerpo, rezando en voz baja, y luego se rompe en un vaso con agua para “leer” qué se absorbió.
El susto no se cura con pastillas, sino trayendo de vuelta el alma al cuerpo.
3. Interpretar los sueños como advertencias o señales
En la tradición quichua, los sueños son mensajes del espíritu o de los ancestros.
Soñar con animales, agua sucia, caminos, fuego o dientes rotos puede tener significados específicos.
Muchas abuelas se despertaban y decían: “Esta noche soñé raro… va a pasar algo”.
4. No silbar en la noche
Silbar de noche puede atraer espíritus del bosque, brujas o entidades que “andan sueltas” en la oscuridad.
Es una advertencia común entre niños: el que silba, llama lo que no debe despertar.
Una creencia que mezcla respeto por lo invisible y temor ancestral a lo desconocido.
5. Baños de florecimiento
Los baños con flores, hierbas dulces, esencias y frutas (naranja, canela, pétalos, panela) se hacen en momentos especiales: año nuevo andino, cambio de ciclo, inicio de un proyecto o después de una pérdida.
Sirven para purificar el cuerpo, atraer buena energía, abrir caminos.
Se realizan al amanecer, con intención clara y respeto.
6. El uso del zumbayllu (trompo protector)
En algunas regiones, se usaba este trompo hecho de madera o barro como juguete sagrado y protector.
Girarlo representaba el equilibrio, el movimiento de la energía y la conexión con el cosmos.
A los niños se les daba uno para calmar el alma o protegerlos del mal.
7. No dejar zapatos volteados
Si los zapatos están “patas arriba” (con la suela hacia el cielo), se cree que puede traer malas noticias o discusiones.
En muchos hogares, las madres corrigen a sus hijos de inmediato.
Es un gesto simbólico de orden y respeto a lo que pisa la tierra.
Ecuador es un país donde la espiritualidad no se desconectó de la naturaleza.
Donde sanar no es un acto clínico, sino una ceremonia íntima con la tierra, las plantas, los sueños y la fe heredada.
Estas creencias no son cuentos para entretener:
Son saberes que sobrevivieron a la conquista, al desprecio, a la modernidad, porque fueron útiles, verdaderos y profundamente humanos.
Quizás hoy no recordamos exactamente cómo hacían nuestras abuelas…
Pero si cerramos los ojos y escuchamos, todavía nos soplan una pista desde el silencio.
¿Y vos?
¿Conocías alguna de estas creencias de Ecuador?
¿Hay alguna que se parezca a la de tu país o tu infancia?
Compartila con el hashtag #SabiduríaDeMiLinaje y ayudanos a conservar esta memoria colectiva.
Perú
“En el Perú profundo, todo tiene espíritu. El cerro, el río, la semilla, la llama. Las mujeres no rezaban mirando al cielo, sino hablando con la tierra.”
Perú es cuna de culturas milenarias como la Inca, la Quechua, la Aymara y muchas otras.
En sus pueblos, la espiritualidad no es un discurso: es parte de la vida cotidiana.
Se vive en los rituales de agradecimiento, en las ofrendas a la tierra, en la medicina natural, en el respeto a los abuelos y en el contacto con lo invisible.
En esta entrega, rescatamos prácticas y creencias que aún sobreviven en los Andes, el altiplano y los valles… donde las mujeres siguen sosteniendo el alma del pueblo en silencio.
1. Los Apus: espíritus protectores de las montañas
Las montañas (apus) no son solo geografía: son seres vivos, ancestros gigantes.
Antes de un viaje o una decisión importante, se pide permiso al Apu más cercano.
Se ofrecen hojas de coca, alcohol, flores o agua como señal de respeto y conexión.
2. Ofrendas a la Pachamama (madre tierra)
En fechas especiales (como el 1º de agosto), se realiza el ritual de la “pago a la tierra”.
Se prepara una ofrenda con hojas de coca, maíz, grasa de llama, dulces, incienso, lanas de colores y otras ofrendas simbólicas.
Luego se entierra o se quema para agradecer y pedir equilibrio con la Madre Tierra.
3. Coca: más que una hoja, un canal
La hoja de coca se usa para leer el futuro, aliviar dolores físicos, ofrecer en rituales o simplemente como compañía espiritual.
Cuando alguien está perdido emocionalmente, masticar coca en silencio permite “escuchar al alma”, dicen las sabias del valle.
4. Baños de florecimiento y despojo
Se hacen al amanecer, en ríos o con aguas especiales.
Se utilizan flores, hierbas, frutas, esencias y se reza con intención.
Sirven para limpiar la mala energía, atraer buena suerte, fortalecer el espíritu.
Hay baños para el amor, la salud, el dinero, la fertilidad y el perdón.
5. El fuego como mensajero
Se encienden fuegos rituales para enviar mensajes a los ancestros, purificar espacios, cerrar ciclos o sellar pactos.
Se cree que el humo lleva los pensamientos al mundo espiritual.
También se usa para “quemar lo que ya no debe quedarse” (papeles, prendas, objetos cargados).
6. La luna guía el cuerpo femenino
Muchas sabias siguen el calendario lunar para sembrar, cosechar, curar, ayunar o menstruar.
Se respeta el ritmo de la luna como el reflejo del ritmo interno.
En la luna nueva se hacen limpias, en la luna llena se hacen agradecimientos.
7. No hablar mal del cerro o del río
Los elementos naturales tienen oídos y memoria.
Hablar con rabia o desprecio frente a un cerro, un río o una laguna puede traer consecuencias.
Se enseña a los niños a pedir permiso antes de entrar a un monte o bañarse en una quebrada.
En Perú, la espiritualidad ancestral no necesita palabras elegantes ni templos de mármol.
Está en los pies descalzos que pisan la tierra con respeto.
En las mujeres que curan con plantas, silencios y cantos antiguos.
En la certeza de que no estamos solos: todo alrededor nuestro es también sagrado.
Y quizás, al recuperar esta mirada, estemos recuperando una parte de nosotras mismas.
¿Y vos?
¿Te enseñaron alguna creencia similar?
¿Reconocés algo de esto en tu historia familiar?
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Tu memoria también es medicina para otras.
Otros países de América Latina muy ricos en creencias populares, rituales ancestrales y espiritualidad cotidiana femenina, que podrían interesarte para futuras entregas en este blog:
Guatemala
Profunda raíz maya todavía viva
Altares domésticos con ofrendas
Cosmovisión del maíz y los calendarios mayas
Cuidado energético del recién nacido (envolver, cantar, soplar)
Conexión con los cerros, cuevas y espíritus protectores
Venezuela
Rituales afroindígenas en zonas como Barlovento y la zona del Orinoco
Invocación a los espíritus en la Corte Malandra y Corte India
Uso de tabaco, ron y velas para limpieza
Fiestas populares con fuerte carga espiritual (como la de María Lionza)
Brasil
Muchísimo contenido afrodescendiente en rituales como los de Candomblé y Umbanda
Baños de descarga, ofrendas a los orixás, uso de velas, hierbas y cantos
Espiritualidad cotidiana en torno al agua, la música, el cuerpo
Resistencia cultural a través del sincretismo religioso
Cuba
Herencia fuerte de la santería yoruba
Rituales de iniciación, protección y limpieza con deidades como Yemayá, Changó, Elegguá
Prácticas diarias con velas, tabaco, ron, coco, plumas, tambores
También muy presente el mal de ojo y protección infantil.
Te leo en los comentarios o en redes con cual
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